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Es la capacidad del individuo para identificar su propio estado emocional y gestionarlo de forma adecuada. Esta habilidad repercute de forma muy positiva sobre las personas que la poseen, pues les permite entender y controlar sus impulsos, facilitando las relaciones comunicativas con los demás.

La inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social.

Según Daniel Goleman, la inteligencia emocional se puede organizar en torno a cinco capacidades: conocer emociones y sentimientos; aprender a manejarlas; aprender a crear motivaciones propias; aprender a reconocerlas en los demás; aprender a gestionar las relaciones.

En la sociedad actual la capacidad de gestionar las emociones está adquiriendo un papel cada vez más protagonista. Dicha gestión pasa por la identificación y comprensión de las emociones y permite a su vez, que las relaciones interpersonales sean mejores, que tomemos mejores decisiones y que aprendamos mejor. No es una asignatura, es mucho más. Por ello, apostamos por una metodología y una cultura en la cual se habla de emociones, se escucha y se siente.

Integramos el método RULER (Recognizing, Understanding, Labeling, Expressing, Regulating) en todas las etapas, el cual ofrece las herramientas que nos permiten adquirir las habilidades necesarias para aprender a reconocer, comprender, etiquetar, expresar y regular adecuadamente las emociones:

- Elaboramos con los alumnos un acuerdo emocional en cada aula,  reflejando cómo nos queremos sentir y cuáles son los comportamientos que nos llevarán al cumplimiento de dicho acuerdo. El acuerdo lo firma toda la clase y realizamos revisiones durante el curso.

- Utilizamos el medidor emocional como rutina diaria con el objetivo de identificar cómo nos sentimos, reflexionar sobre cómo expresamos dicha emoción y valorar si la emoción nos ayuda en la tarea que estamos realizando en ese momento.

- Aprendemos a identificar el META-MOMENTO con el fin de desarrollar el autocontrol y la autorregulación. El alumno se detiene y piensa antes de actuar, y se pregunta: «¿Cómo reaccionaría mi "mejor yo" ante esta situación? ¿Qué estrategia puedo usar para que mi conducta refleje lo mejor de mí?».